14 jun 2012

#Turismos: A caballo por Macanao...Por Valentina Quintero

Cabalgar en la soledad y el silencio es la oferta de Luc y Patricia en Cabatucán


Cómo llegar. A Margarita se va en ferry desde Puerto La Cruz o Cumaná, en peñero desde El Morro de Chacopata y en avión desde cualquier aeropuerto. Ya en Macanao, busquen la vía de Guayacancito y verán el letrero que dice Cabatucán. 
La pasión en oficio. A principio de los noventa Luc y Patricia resolvieron tomar un avión en la glamorosa capital francesa para dar una vuelta por Venezuela. Los entusiasmó el sur, el otro lado del Orinoco, los orígenes del planeta, la ya mítica Gran Sabana. 
Cuando se acabaron la vacaciones y regresaron a París -él banquero, ella contadora- resolvieron que este país tropical era perfecto para crear un espacio donde la gente montara a caballo, tal y como abundaban en Europa. 
Recogieron sus macundales, compraron un carro y se fajaron a recorrer caminos. Con esta gasolina a locha no había mayor enredo. 
El primer plan fue ofrecer paseos a caballo de 10 a 15 días por la Gran Sabana, acampando junto a los ríos y atravesando sabanas. Demasiada lluvia y poca logística. Luego pensaron en Mérida, pero se dieron cuenta de que no había turistas todo el año. Llegaron a Margarita. El paraíso. Descubrieron Macanao. La gloria. Todo el espacio, paisajes memorables, clima perfecto y turistas de todas partes del mundo. 
Abrieron Cabatucán en 1994. En 1996 llegaban 10 vuelos semanales directamente desde Europa. Empezaron con 6 caballos que habían comprado en los alrededores de Caracas, por Maracay, en Turgua. Con un camión los transportaron hasta su nueva caballeriza. 
"Sabía de caballos lo que aprendí de niño cuando tomé clases de equitación. Luego era mi hobby, pero en París era muy costoso conseguir caballos cerca. Sólo cuando salíamos de vacaciones", cuenta Luc, contento y orgulloso de sus caballerizas en este península remota y solitaria de un país caribeño. 
"Ha sido difícil, muchos retos, muchos problemas como todo comienzo. Pero tenemos lo que aspirábamos: calidad de vida, cerca de un pueblo pesquero que nos ha aceptado". 
Los padres vienen mucho. Su hermano todos los años. Su esposa -vietnamita de origen- es feliz con este clima. Hadriane es el hijo. Tiene 11 años. Monta a caballo divinamente y va al colegio cercano. 

"Nos parece perfecto que crezca al lado de la naturaleza y con animales, pero nos preocupaba la educación formal. Está en un curso nacional de educación a distancia que ofrece Francia. Recibe los materiales por correo o los traemos cada año en la maleta. Su mamá es la tutora. Presenta sus exámenes y va pasando cada año, igualito que cualquier estudiante en Francia". 
Cabatucán. Son casi 20 años con esta caballeriza. Impecable, construida con sus manos y sus ideas. Los jardines alrededor, las matas que crecen preciosas, la casa familiar en armonía con los puestos de los caballos, las caminerías entre las caballerizas y ese paisaje de silencio y soledades que provoca explorar sobre el lomo de estos nobles animales. 
"Todavía tengo caballos de los primeros que compré. Uno de 29 años de edad, otro de 27 y uno de 30. Están perfectos, contentos, sanos. Son los que usamos con los niños, por dóciles y porque deben recibir poco peso debido a la edad". 
Durante los primeros años recibían turistas de toda Europa y Estados Unidos. Desde hace casi ocho años el cambio ha sido drástico. Ya no llega ni un turista de afuera. Todos son venezolanos. Y ya no son tan abundantes. Sin embargo asegura que han ido en aumento desde hace unos seis u ocho meses. La gran novedad desde diciembre es la piscina. Luc es tan fajado y perfeccionista, que se metió en Internet a investigar nuevas tecnologías más ecológicas y amables con el ambiente y la gente. Hizo una piscina hermosísima que no usa cloro. 
Es una solución salina mucho más benévola con la piel y los ojos. Más liviana. Una ricura. 
Desde Semana Santa para acá ofrece las instalaciones, sin comida. Sólo jardines, piscina y parrillera. El grupo lleva su comida. Asegura que después que están ahí, a muchos les provoca montar a caballo. 
El próximo paso de Luc y Patricia debería ser abrir posada. 
Hay una al lado -Río Grande- que empezó preciosa. Pero la han descuidado mucho, no hay acuerdo entre los dueños, uno quiere vender, el otro quiere invertir pero no tiene el dinero. Total, una lástima. 
Quedarse en Cabatucán es el delirio de todas las visitas. 
Los paseos
Se ofrecen 2 recorridos diarios. Uno en la mañana y otro en la tarde, ambos de 2 horas. Al principio se da una instrucción básica sobre el estilo americano y las reglas de seguridad. Lo pueden hacer en español, inglés, francés o alemán. Deben llevar pantalones largos, zapatos cerrados, protegerse del sol y allá les dan su casco. 
Van 2 guías por paseo y pueden participar entre 2 y 14 personas. Los niños deben ser mayores de 5 años. No lo recomienda para menores de esta edad, pero si insisten, uno de los guías puede llevarlos en su caballo. 
"Es verdad que los niños pueden sentir temor ante un animal tan grande. A veces les tienen respeto. Se darán cuenta que es cariñoso y sensible. Me han solicitado terapia para niños autistas. Yo ofrezco mis caballos, pero no soy especialista. Sin embargo lo hemos hecho". Uno de los atractivos más románticos y sublimes son los paseos a la luz de la luna. Si visitan la página verán las fechas. Hoy -6 de mayo- hay uno. Reserven de una vez. 
Confieso mi especial afecto y admiración por el trabajo de Luc y Patricia. El servicio y las instalaciones de Cabatucán son lo que queremos para Venezuela. Estoy segura de que así será la posada.