Durante el tiempo de Jesús el color morado o púrpura era el color usado por los reyes. Cuando los soldados romanos se burlaron de Jesús, le pusieron un manto color morado y se burlaban de él diciéndole “rey de los judíos” (Mc 15,18).
Con el paso del tiempo la Iglesia empezó a relacionar el color morado con la penitencia. Las personas necesitamos objetos que nos recuerden nuestras actitudes espirituales. Por lo que durante la Cuaresma los sacerdotes usan vestiduras color morado para recordarnos que es un tiempo de penitencia.
El color litúrgico del tiempo de Cuaresma es el morado que significa luto y penitencia. Es un tiempo de reflexión, de enmienda, de conversión espiritual; tiempo de preparación al misterio pascual.
La Cuaresma es el tiempo litúrgico de conversión, que marca la Iglesia para prepararnos a la gran fiesta de la Pascua. Es tiempo para arrepentirnos de nuestros pecados y de cambiar algo de nosotros para ser mejores y poder vivir más cerca de Cristo.
La Cuaresma dura 40 días; comienza el Miércoles de Ceniza y termina antes de la Misa de la Cena del Señor del Jueves Santo. A lo largo de este tiempo, sobre todo en la liturgia del domingo, hacemos un esfuerzo por recuperar el ritmo y estilo de verdaderos creyentes que debemos vivir como hijos de Dios.
En la Cuaresma, Cristo nos invita a cambiar de vida. La Iglesia nos invita a vivir la Cuaresma como un camino hacia Jesucristo, escuchando la Palabra de Dios, orando, compartiendo con el prójimo y haciendo obras buenas. Nos invita a vivir una serie de actitudes cristianas que nos ayudan a parecernos más a Jesucristo, ya que por acción de nuestro pecado, nos alejamos más de Dios.